Papa Francisco: Pastor hasta el final — In memoriam
“El Buen Pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10, 11).
En el amanecer de una nueva etapa para la Iglesia, el alma del Papa Francisco ha partido al encuentro definitivo con el Padre. Con profunda tristeza y esperanza cristiana, el Pueblo de Dios despide a Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa jesuita y latinoamericano, que sirvió como Sucesor de Pedro desde el 13 de marzo de 2013 hasta su muerte.
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, el Papa Francisco será recordado como un hombre profundamente evangélico, marcado por la sencillez, la cercanía, el amor por los pobres y una audaz llamada a una Iglesia “en salida”. Su pontificado no fue simplemente un período cronológico, sino un kairós —un tiempo de gracia— que reavivó el ardor misionero, promovió el diálogo interreligioso, la reforma eclesial, la protección de la creación y una fuerte opción por los descartados.
Los trazos luminosos de su Pontificado
1. Una Iglesia que sale al encuentro: Desde su primera exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013), Francisco nos urgió a no quedarnos en estructuras estériles, sino a convertirnos en discípulos misioneros. “Prefiero una Iglesia accidentada por salir, que enferma por encerrarse”, escribió, marcando un nuevo impulso misionero.
2. Misericordia y ternura: El Año Jubilar de la Misericordia (2015-2016) fue uno de sus grandes legados espirituales. Subrayó que “el nombre de Dios es Misericordia” y nos enseñó a no juzgar sino a acompañar, especialmente a quienes viven en situaciones difíciles.
3. Ecología integral: Su encíclica Laudato Si’ (2015) transformó la conciencia ambiental de millones. Nos recordó que “todo está conectado” y que el clamor de la tierra y el clamor de los pobres son uno solo.
4. Una Iglesia sinodal: Con el Sínodo sobre la sinodalidad, promovió una conversión eclesial que rompe con el clericalismo, valorando la escucha y la corresponsabilidad del Pueblo de Dios.
5. Abrazos al mundo herido: Desde los migrantes hasta los encarcelados, desde los ancianos hasta los jóvenes, desde los enfermos hasta los pueblos indígenas: nadie fue invisible para él. Su lenguaje, sus gestos, sus silencios y su cercanía con los más vulnerables fueron expresión de un corazón pastoral configurado con Cristo.
La esperanza de la Resurrección
Hoy la Iglesia peregrina llora, pero también canta con fe: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” (Jn 11, 25). La vida del Papa Francisco no se apaga: continúa latiendo en la entrega de tantos discípulos misioneros que él formó con su ejemplo.
Su partida no marca un final, sino una siembra. El Buen Pastor que en la Tierra cuidó del rebaño de Cristo, ha sido ahora recibido por el Príncipe de los pastores. Y en el misterio de la comunión de los santos, intercederá desde el Cielo por la Iglesia que tanto amó.
Oración por el eterno descanso del Papa Francisco
Dios de amor y de toda consolación,
te entregamos con fe y esperanza el alma de tu siervo, el Papa Francisco,
a quien confiaste el pastoreo universal de tu Iglesia.Tú que lo formaste desde el seno materno,
que lo llamaste desde su juventud a seguirte en el camino de los Ejercicios de San Ignacio,
que lo ungiste como obispo y lo hiciste Sucesor de Pedro,
ahora acógelo en tu Reino como siervo bueno y fiel.Perdona sus faltas con la sangre redentora de Cristo
y permítele contemplarte cara a cara en la plenitud de tu gloria.Que María, Madre de la Iglesia, a quien tanto amó,
lo cubra con su manto y lo lleve al encuentro del Resucitado.Concédenos, a nosotros peregrinos,
la gracia de seguir sus enseñanzas con corazón sincero,
y que su testimonio de ternura, justicia y misericordia
nos impulse a ser Iglesia en salida, hasta que tú nos llames a la eternidad.Amén.